8/04/2013

cruz de ondas

Las partículas del aire permanecen apiladas ordenadamente en filas y columnas, formando un cubo cristalino, una pecera de píxeles tibiamente aterciopelados en cuyo fondo dormitamos con media cara plastificada por las babas.
Los ruidos de la calle nos atraviesan de pies a cabeza, arrullándonos como un metrónomo para gigantes. La luz espesa del pre-atardecer difracta a través de las persianas salpicándonos los brazos con densas líneas azules y amarillo mostaza.

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Semisonreímos con los músculos cargados de sopor y los párpados húmedos. La duermevela condensada forma cristales de legañas en nuestros lacrimales.

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