2/20/2024

No pasa nada. 

No te atrevas, da igual. 

Si no me quieres, no me quieres, qué importa. Puedo seguir en este bucle sin sentido, supongo que para siempre. No tengo que ser nada especial para ti,

para nadie. 

Nunca lo entiendo, pero bueno, 

hay una especie de confianza

esperanza casi fría

de la que se ríe mi razón continuamente

que espera cada vez más agazapada a una casualidad mágica.

Siempre he tenido esa manía de creer en contra de todas las pruebas. Siempre ha tenido que venir alguien a tirarme un vaso frío por encima.  

Así que supongo que si me tengo que morir de alguna manera, casi seguro que va a ser así: ilusionada con alguna tontería.


9/25/2022

 Mira que este año he llorado, llorado, llorado y llorado. Todo el año con nubes por dentro.

Pues de pronto hay claros random y me siento agradecida como una loca, sin razones, siguiendo todo igual, mismas tragedias y hoy, encima, hay un diluvio en la calle, pero yo siento que les quiero a todos, que todo va a salir bien mamá, que todo está valiendo la pena y que no es tan grave. Que la vida es de verdad una oportunidad ridícula para hacer chistes malos todos los día, para hacer todo fatal pasándomelo mágico y nada importa tanto, hoy como pasta con mantequilla y me duermo en el sofá grande viendo dibujos. Despiértame cuando te decidas a venir aqui a quererme y a dejar de apuntarte en todas las clases que existen.

Arriba Jarabe de Palo!

8/08/2022

Es como el césped de un parque en el que toda la basura va a parar al suelo y nadie recoge la caca de su perro.

No dejo de elegir las opciones malas,

de mirar las fases de la luna, de contar los días.

No, todavía no. Hay que seguir esperando.

Pero no sentada. Tengo que elegir más, más opciones. 

Todas malas. 

Y quizás, en algún momento, coja la buena, ¿por estadística? Y entonces esa pequeña mutación en mi conducta sea lo bastante contundente como para que el impacto tambalee un poco más las cosas y entonces ya sí. Ya sí sea el momento.

10/13/2018

Puse una oreja en tu pecho y escuché caballos que nunca llegaron. Tus brazos, derrumbados sobre mi espalda como secuoyas podridas partidas por un rayo, no me dejaban respirar. Todo había sido destruído. Eras un bosque muerto. Quemado. Tu piel aún olía a humo, y un vapor húmedo, pegajoso y ácido subía, arrastrándose, por mi cara. De repente, empezaste a temblar y me pregunté por qué las catástrofes nunca vienen solas. Por qué ocurren, siempre, en los mismos lugares.

7/10/2018

?

Me lanzó una pregunta que tenía muescas por debajo y que se deslizó suavemente por esta cerradura. Tras la puerta almaceno todo lo que no quiero, ¿ves? Me cuesta deshacerme de este tipo de cosas, así que no las tiro jamás. Simplemente las oculto aquí. Pero su pregunta abrió la puerta y de repente todos estos trastos estaban mirándome. Inseguridades con granos que ni siquiera recuerdo cuando guardé, insultos que alguna vez alguien musitó cuando pasaba por mi lado, risas chiquititas que funcionan sin que se les de cuerda y que suenan siempre desde donde no se está mirando, miradas de significado atribuido por mi misma, y una gran caja llena de adjetivos feos y pegajosos. Estos son los últimos que he dejado aquí, aunque hay miles de ellos fuera, por todos los rincones. Es como si se crearan espontáneamente. Como las moscas de la fruta.

En cualquier caso, la pregunta fue lanzada y yo, con ella, arrojada a esta habitación oscura en la que podría quedarme un tiempo si lanzo mi respuesta por debajo de la puerta, escrita en un papelito doblado. Odio estar en este cuarto pero, al menos, ya conozco a todos los que me acompañan.

7/09/2018

Se busca

En relación a una pregunta que sigue esperando mi respuesta y un poco como homenaje a Mary Poppins:

Se busca persona de brazos largos y paciencia sin fondo. A ser posible, que la humedad de su ombligo sea la adecuada para producir la cantidad exacta de una pelusa por día. Debe ser risueña y aficionada a los juegos de palabras. Su tensión nunca debe subir más de 119/79. Sus pupilas deben ser propensas a dilatarse con facilidad y sus lacrimales llevar una actividad ligeramente por encima de lo normal. Su voz debe ser, preferiblemente, grave y cantará o murmurará melodías cuando crea no ser escuchada. Debe recordar, al menos, veinte cuentos o, en caso contrario, ser capaz de improvisarlos.

Interesados encontrarse de improviso con el anunciante fingiendo no haber leído el anuncio.

7/08/2018

Sobrexposición

Estos dos últimos días no he hecho otra cosa que recordar. Parece que el día de descanso ha aliviado la presión de mi cerebro, que ha empezado a liberar imágenes. Puede que sea culpa del verano y sus olores.Mis recuerdos están a flor de piel y cualquier estímulo me trae uno.

Estaba mirando fotos de Marian Lantero y los muebles de madera que utiliza. Las atmósferas que crea me recuerdan a la casa de Rosa Elda en la Matanza, toda de madera. Parecía un castillo con sus piedras incrustadas en la pared, y tantas habitaciones por todas partes en las que habían colocado muebles antiguos restaurados. Los niños nos pasábamos el día de un lado a otro. Nos gustaba especialmente la buhardilla, porque había que subir a cuatro patas por aquella escalerita tan empinada y, una vez entrabas, nos picaban los ojos y estornudábamos sin parar. Contábamos algún cuento de miedo, jugábamos al escondite a oscuras y en seguida bajábamos a seguir explorando otra habitación. Yo tenía que tener muchocuidado al moverme por la casa porque tenía miedo a los perros y en esa casa había dos. Así que, en cualquier momento podía aparecer uno y mirarme con sus ojos cansados y yo entrar en shock y quedarme paralizada en medio de un pasillo y tener que pedir a un adulto que alejara a ese pobre animal de mi.

Anoche fue el olor seco del aire y, un poco, la añoranza de mi padre lo que me hizo acordarme de Madrid. No de la ciudad en sí y no en cualquier momento, sino del pueblo de Perales y del verano de 2006. Ese año pasamos casi un mes en la capital y dos semanas en el pueblo. Recuerdo la sensación mágica de aburrimiento eterno y los juegos que inventamos para rellenar los días, tan largos en aquella época. Yo, como siempre, prefería estar en otros sitios, inconsciente y caprichosa porque era adolescente. 
Paloma y yo dábamos muchos paseos en bici y, una tarde, se nos ocurrió volver a casa comiendo moras silvestres. De repente a mi hermana le entró un ataque de risa y se tiró al suelo riéndose. Al principio me hizo gracia, después me asusté y empecé a zarandearla para que dejara de reirse y siguiéramos a casa, preocupada por si estaba envenenada. Supongo que, en el algún momento dejó de reirse, nos levantamos y nos fuimos, porque no recuerdo nada más. 

Me acordé también de Alicia, que me envió por correo el disco de Aventura, como regalo de mi cumpleaños. Nuestras conversaciones secretas, con Marta, sobre sus novios, lo que habían hecho con ellos. Yo no tenía nada que contar, pero escuchaba muy atenta, entre asqueada y sorprendida. Ibamos a dar vueltas por la feria vestidas como las chicas que salían en la Bravo (esa revista condicionó demasiado mi adolescencia. Tendría que haber hecho caso a mi padre y haber comprado sólo revistas de música). Recuerdo la primera y única vez que vi una calle después de una corrida. Estaba toda roja y un charco viscoso de sangre bajaba como una cascada entre la gente. "Papá, ¿eso es sangre?" Luego los mayores se sentaban en la terraza de un autobar a tomar copas y Alicia, Marta y yo dábamos vueltas por la feria mirando a los chicos de nuestra edad. Yo estaba loca por las historias de amor para adolescentes y estaba segura de que en cualquier momento caería un chico con aspecto de actor californiano del cielo, se enamoraría de mi y viviríamos un breve pero intenso idilio veraniego. Sin embargo, los chicos que nos miraban con la risa floja, apoyados en las casetas o en las vallas de las atracciones eran como nosotras: feos, con granos y con la cabeza llena de historias absurdas que nunca iban a ocurrir. Volvía a mi casa triste y leía de nuevo la Bravo, a ver si había algún paso importante que me había saltado para que me ocurriera alguna historia de esas que tanto me gustaban.