7/10/2018

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Me lanzó una pregunta que tenía muescas por debajo y que se deslizó suavemente por esta cerradura. Tras la puerta almaceno todo lo que no quiero, ¿ves? Me cuesta deshacerme de este tipo de cosas, así que no las tiro jamás. Simplemente las oculto aquí. Pero su pregunta abrió la puerta y de repente todos estos trastos estaban mirándome. Inseguridades con granos que ni siquiera recuerdo cuando guardé, insultos que alguna vez alguien musitó cuando pasaba por mi lado, risas chiquititas que funcionan sin que se les de cuerda y que suenan siempre desde donde no se está mirando, miradas de significado atribuido por mi misma, y una gran caja llena de adjetivos feos y pegajosos. Estos son los últimos que he dejado aquí, aunque hay miles de ellos fuera, por todos los rincones. Es como si se crearan espontáneamente. Como las moscas de la fruta.

En cualquier caso, la pregunta fue lanzada y yo, con ella, arrojada a esta habitación oscura en la que podría quedarme un tiempo si lanzo mi respuesta por debajo de la puerta, escrita en un papelito doblado. Odio estar en este cuarto pero, al menos, ya conozco a todos los que me acompañan.

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