Todo fue culpa de Philip K. Dick.
Cruzaron la acera y se metieron en un portal enorme. En el primer piso alguien afilaba cuchillos y el ascensor tenía pinta de hijo de puta. Igualmente subieron en él porque las escaleras les miraban peor, tenían babas y creían que estaban riéndose de ellas.
El quinto E era feo, vacío y gigante. Laura había ido a dejar yerba a unos niños. Los niños le pagaron con dinero robado a sus padres y decidió no venderles nunca más. Dijo un par de chistes idiotas para que cuando se fuera, los niños tuvieran de quién reirse.
Bajó corriendo las escaleras y se fue corriendo por la calle. Rápido, a la tetería.
Nadie se dio cuenta de que había llegado. Dio la vuelta a una silla, se sentó y Nico le ofreció un té. No respondió pero lo pidió igualmente. Frutas del Bosque falso. Entonces,
Nico metió la mano en el bolso y sonrió con media cara
-Voy a compartir un té con Pingote, ¿seguro que no quieres?
Entonces empecé a reirme porque había pillado el truco, y claro que bebí té. Al final nos bebimos dos tazas entre Pingote, Nico, Pierre y yo. Yo miraba todo el rato hacia la puerta porque tenía que llegar Abián y quería que se pidiera un té, parecíamos un club de locos y él tenía que estar.
Pero no vino hasta que no habíamos pagado, así que se tomó un café y no entró en el club.
Cruzaron la acera y se metieron en un portal enorme. En el primer piso alguien afilaba cuchillos y el ascensor tenía pinta de hijo de puta. Igualmente subieron en él porque las escaleras les miraban peor, tenían babas y creían que estaban riéndose de ellas.
El quinto E era feo, vacío y gigante. Laura había ido a dejar yerba a unos niños. Los niños le pagaron con dinero robado a sus padres y decidió no venderles nunca más. Dijo un par de chistes idiotas para que cuando se fuera, los niños tuvieran de quién reirse.
Bajó corriendo las escaleras y se fue corriendo por la calle. Rápido, a la tetería.
Nadie se dio cuenta de que había llegado. Dio la vuelta a una silla, se sentó y Nico le ofreció un té. No respondió pero lo pidió igualmente. Frutas del Bosque falso. Entonces,
Nico metió la mano en el bolso y sonrió con media cara
-Voy a compartir un té con Pingote, ¿seguro que no quieres?
Entonces empecé a reirme porque había pillado el truco, y claro que bebí té. Al final nos bebimos dos tazas entre Pingote, Nico, Pierre y yo. Yo miraba todo el rato hacia la puerta porque tenía que llegar Abián y quería que se pidiera un té, parecíamos un club de locos y él tenía que estar.
Pero no vino hasta que no habíamos pagado, así que se tomó un café y no entró en el club.
=)
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