10/20/2012

vete


Ante la perspectiva de tu vuelta, el mundo se arquea como un gato negro tuerto que quiere dar buena suerte. El aire se vuelve de aceite requemado y dejan de gustarme mis manos. Las parejas se vuelven más nítidas. Empiezan a estar por todas partes. Con sus contraseñas de amor y sus conversaciones con condón que nunca llegarán a ningún oído. The sadness. The sadness. La tristeza empieza a condensarse infiltrandose en el ciclo del agua. A metabolizarse en la gente atravesando sus pieles camuflada entre el sudor. Luego se reproduce en las glándulas lacrimales. Y los ojos brillan con tristeza. Que es mate. 

Quererte es subir la pared de la vasija infinita que me atrapa y, al llegar al borde, soltarme.

Vete. No quiero verte nunca más. Sólo quiero oir hablar de ti.

Arrastras, atadas a tus pies, todas esas latas oxidadas que babean recuerdos. Vienes caminando por el mar. Llevas encima tanta culpa como cabe en una columna de atmósfera sobre alguien tan flaco. Abres los brazos y vas aspirando aire. Llegas riéndote porque todo el peso de la culpa más larga de mi vida me va a enterrar viva una vez llegues y me abraces. Y todos esos parásitos que crecen entre las arrugas que te han salido en los dedos de secarte lágrimas van a caer sobre mi y van a cambiarme de color.

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