Escucha el valle.
Espera a que sea de noche. A l'heure
bleue.
Camina por el asfalto hasta que te
llame la ladera de la derecha y sube. Busca un montículo de
escombros y súbelo. Se te van a enterrar un poco los pies. Túmbate
cuando llegues arriba. Los escombros se van a amoldar a tu espalda.
Escucha.
Primero los sonidos más altos. Los
perros, los pocos coches que quedan. Los grillos, las ranas. Después
van apareciendo más. Un mosquito. Piedritas que ruedan cayéndose
del montón de escrombros. Un gato persigue una rata.
Los sonidos titilan, cada uno con un
periodo de repetición diferente. Las nubes se paran (es l'heure
bleue). Tienen la barriga rosa porque ya sabemos contaminar hasta con
luz.
Ya te puedes sentar. A la izquierda
está el valle. Si eres miope y no lo ves bien, no te preocupes. Lo
importante está delante.
Vas a ver dos casas. La de la derecha
es alta, pero en el segundo piso no tiene ventanas. Es blanca y tiene
un foco en la fachada de delante que la hace parecer un fantasma. La
de la izquierda es bajita y muy ancha. Parece enterrada entre las
malas hierbas que intentan comerse a las dos casas.
Concéntrate en separar los sonidos.
Identifícalos todos. Ponlos en fila. Pregúntales qué fue. Luego
deja que hablen tus pulmones. Usa los oídos y el esófago. Siente
con él. El aire entra y sale. Rollo masturbación gástrica.
Los perros se van a ir callando. Los
demás animales, no. Antes de que haya demasiada luz, vete y date
prisa en disfrutar de tus últimos pasos dentro del valle (que serán
un poco zombies porque la tierra del montículo se hunde cuando lo
bajas). Una vez vuelvas al asfalto se te habrá olvidado casi todo.
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