4/22/2013

a escuchar al valle


Escucha el valle.
Espera a que sea de noche. A l'heure bleue.
Camina por el asfalto hasta que te llame la ladera de la derecha y sube. Busca un montículo de escombros y súbelo. Se te van a enterrar un poco los pies. Túmbate cuando llegues arriba. Los escombros se van a amoldar a tu espalda.
Escucha.
Primero los sonidos más altos. Los perros, los pocos coches que quedan. Los grillos, las ranas. Después van apareciendo más. Un mosquito. Piedritas que ruedan cayéndose del montón de escrombros. Un gato persigue una rata.
Los sonidos titilan, cada uno con un periodo de repetición diferente. Las nubes se paran (es l'heure bleue). Tienen la barriga rosa porque ya sabemos contaminar hasta con luz.
Ya te puedes sentar. A la izquierda está el valle. Si eres miope y no lo ves bien, no te preocupes. Lo importante está delante.
Vas a ver dos casas. La de la derecha es alta, pero en el segundo piso no tiene ventanas. Es blanca y tiene un foco en la fachada de delante que la hace parecer un fantasma. La de la izquierda es bajita y muy ancha. Parece enterrada entre las malas hierbas que intentan comerse a las dos casas.

Concéntrate en separar los sonidos. Identifícalos todos. Ponlos en fila. Pregúntales qué fue. Luego deja que hablen tus pulmones. Usa los oídos y el esófago. Siente con él. El aire entra y sale. Rollo masturbación gástrica.

Los perros se van a ir callando. Los demás animales, no. Antes de que haya demasiada luz, vete y date prisa en disfrutar de tus últimos pasos dentro del valle (que serán un poco zombies porque la tierra del montículo se hunde cuando lo bajas). Una vez vuelvas al asfalto se te habrá olvidado casi todo.  

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